La industria agroalimentaria presenta un enorme potencial para rentabilizar los recursos renovables autóctonos
Desde el aprovechamiento del sol para la producción de energía fotovoltaica, o del viento para producir energía eólica a pequeña escala, hasta la revalorización de los purines y otros residuos, la industria agroalimentaria ofrece diversas oportunidades para rentabilizar sus recursos autóctonos. El objetivo es conseguir el máximo ahorro de una forma medioambientalmente responsable: implementar las energías renovables y la economía circular.
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A menudo las instalaciones de bombeo y riego son grandes consumidoras de energía eléctrica, bien sea para la extracción, la elevación, el aumento de presión o la impulsión de agua a los sistemas de riego. La demanda suele tener un perfil fuertemente estacional, que suele coincidir con lo meses de mayor radiación solar. Esto encaja perfectamente con la posibilidad de aprovechar la energía fotovoltaica.
Existen distintas modalidades de riego:
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Riego/bombeo solar directo: cuando se dispone de una balsa donde poder almacenar el agua bombeada o cuando el riego coincide siempre con la máxima radiación solar. En este caso, el cliente puede asumir que en algunos momentos o días no se pueda regar por falta de recurso solar.
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Autoconsumo para riego: cuando se desea disponer de energía todo el tiempo y no se puede interrumpir el riego. En este caso, el riego no siempre tiene por qué coincidir con el sol. En esta modalidad se recomienda que el sistema fotovoltaico cuente con apoyo de baterías o esté hibridado con un grupo electrógeno para proveer de energía en todo momento necesario.
Las granjas y otras instalaciones agropecuarias generalmente consumen electricidad para calentar las instalaciones, accionar comederos, etc. La instalación de sistemas fotovoltaicos para autoconsumo ayuda a aliviar esa demanda energética con un consecuente ahorro en la factura de la luz (para instalaciones conectadas a la red eléctrica) o en combustibles fósiles como el diésel (para instalaciones que cuentan con grupos electrógenos).
En todo caso es necesario analizar los consumos, evaluar el recurso solar y el espacio disponible y dimensionar la instalación fotovoltaica más adecuada. No es lo mismo una granja porcina de cebo que de madres, o que una granja avícola.
Los principales consumos energéticos en las bodegas corresponden a la refrigeración de los depósitos y a la climatización de las salas. Existen no obstante muchos otros consumos no despreciables, en bombeos, maquinaria, oficinas, etc. La demanda de energía correspondiente tiene un marcado carácter estacional.
Existen diversas opciones para reducir los costes energéticos: desde medidas encaminadas a mejorar la eficiencia energética (mejorar el aislamiento térmico, iluminación de bajo consumo, sustitución de maquinaria…), incluir generación de energía renovable para autoconsumo, hasta técnicas de arquitectura bioclimática.
Un estudio detallado de las necesidades energéticas de la bodega y el viñedo, de los costes de la energía consumida y de los recursos renovables disponibles puede dar lugar al aprovechamiento energético óptimo, con el consecuente ahorro asociado.
Además, este tipo de medidas son compatibles con una mejora en la sostenibilidad de la bodega, ya que suelen tener asociada una reducción de los gases de efecto invernadero, como el CO2.
Las naves industriales o las instalaciones de cualquier tipo ubicadas en el medio rural presentan un alto potencial de aprovechamiento de los recursos renovables autóctonos para generar su propia energía. Si existe consumo eléctrico, esta energía puede utilizarse para satisfacer la propia demanda de la instalación. En caso de que exista excedente, puede venderse a la red eléctrica.
En todo caso es necesario analizar los consumos y las necesidades de cada caso particular, evaluar el recurso renovable y el espacio disponible y dimensionar la instalación más adecuada.