Los vehículos eléctricos, en todas sus modalidades, constituyen una alternativa cero emisiones a la movilidad convencional, siempre que se utilicen conjugados con las energías renovables
La movilidad eléctrica cobra cada vez más importancia y es uno de los actores clave para la transición energética y la reducción de las emisiones de efecto invernadero.
Algunos conceptos
Se suele denominar de forma genérica “vehículo eléctrico” a aquellos vehículos que sustituyen el motor de combustión por uno eléctrico y que contienen una batería. Estos vehículos funcionan con electricidad, provenga de donde provenga ésta.
El vehículo eléctrico es menos contaminante que el de combustión, ya que no expulsa gases por el tubo de escape (¡ni siquiera tiene!). Aunque, para ser exactos, es tan limpio como lo sea la electricidad que emplea. Esta electricidad puede provenir de la red eléctrica, cuyo origen está sujeto al del mix de la red, o puede provenir de fuentes renovables y de proximidad, como, por ejemplo, una instalación fotovoltaica que alimente el cargador del vehículo.
Se trata de un vehículo eléctrico que funciona con hidrógeno. Aquí, el gas hidrógeno o H2 no actúa como combustible (no se quema), sino que, a través de una reacción química denominada electrólisis, se descompone en agua y electricidad. Es esta electricidad la que hace girar el motor del vehículo. El componente donde se produce la reacción química se llama pila de combustible, por lo que estos vehículos a menudo se denominan “vehículos de pila de combustible”.
Para conocer más sobre el hidrógeno, su producción y su uso, y la experiencia de Intergia con esta molécula, puedes consultar la pestaña «Hidrógeno«.